Girona – Gerona
Girona es una de las ciudades con más personalidad de Cataluña, con un rico pasado histórico y un admirable conjunto monumental.
Está situada en el valle del Ter, en la confluencia con el Güell, el Galligants y el Onyar, por esta razón ha sido llamada la «ciudad de los cuatro ríos».
Por su situación estratégica como paso tradicional del nordeste de la península ibérica al continente europeo, junto a la Vía Augusta romana, fue municipium romano, sede de un obispado desde el s. V y centro del condado que tiene su nombre desde época carolingia.
Baluarte defensivo frente a las invasiones francesas, sufrió múltiples asedios y su resistencia en la guerra contra Napoleón (1808-09) se convirtió en leyenda.
A la derecha del río Onyar, que forma el eje urbano, se yergue el núcleo antiguo, en un cerro que estuvo amurallado –la Força Vella– y se extendió después por la llanura junto al río.
A la izqulerda del Onyar, la Girona moderna se extiende hasta el parque de la Devesa.
El barrio antiguo conserva trozos de muralla, que recorren los paseos Arqueològic y de Les Muralles, y en su interior hay edificios de gran interés.
La catedral es una espléndida construcción de diversas épocas: gran campanario y claustro románicos; la nave única, gótica, la más ancha de la arquitectura medieval europea (22,98 m); fachada y gran escalinata barrocas.
Contiene notables obras de arte en su interior y en el Museu Capitular se conserva el famoso Tapiz de la Creación (ss. XI-XII), extraordinaria muestra del arte textil románico, entre muchas otras piezas.
A su lado, el Palau Episcopal aloja el Museu d’Art, con notables colecciones de románico y gótico, y rodeando la escalinata encontramos el bello edificio gótico de la Pia Almoina.
Por la calle de la Força se entra al antiguo Call o barrio judío donde vivió una próspera comunidad en los últimos siglos medievales con una importante escuela cabalística.
Al otro lado de la catedral, pasado el portal de Sobreportes, hay la iglesia de Sant Feliu, antiguo monasterio de canónigos y colegiata, con elementos románicos, góticos y barrocos y magníficos sepulcros paleocristianos empotrados en el presbiterio.
Cerca, están los Baños Árabes, de época románica (s. XII) realizados sobre un modelo norteafricano. Más arriba del río Galligants se alza el monasterio benedictino de Sant Pere de Galligants, románico (s. XII), que aloja el Museu Arqueològic.
Enfrente está la pequeña iglesia de Sant Nicolau, románica, construida sobre un martyrium paleocristiano.
El barrio antiguo aún ofrece un gran número de monumentos y bellos rincones evocadores.
Destacamos primero el antiguo convento dominicano de Sant Domènec, gótico, el antiguo estudio general llamado Casa de les Àligues, renacentista, (ambos albergan dependencias de la moderna Universidad); el antiguo seminario de los jesuitas de Sant Martí Sacosta, barroco; el Palau Agullana; el antiguo convento de El Carme (s. XVIII); el casal llamado la Fontana d’Or, románico y gótico; la Casa Pastors (s. XVI); la Casa Cartellà (s. XVIII), y el antiguo convento de Sant Josep, entre muchos otros.
Cerca del río se encuentra el Carrer de les Ballesteries, con una bella vista sobre el río en su parte posterior, y también la Rambla, animado centro comercial y de convivencia con galerías porticadas; el Carrer dels Ciutadans corre paralelo, con antiguas casas solariegas, y conduce a la Plaça del Vi, con soportales, la Casa de la Ciulat y el hermoso Teatre Municipal, neoclásico (1860).
En la Girona nueva hallamos algunos edificios de interés, como el antiguo hospicio neoclásico proyectado por Ventura Rodríguez (s. XVIII), el Hospital de Santa Caterina, barroco (s. XVII), con fachada neoclásica, y diversas casas modernistas del arquitecto gerundense Rafael Masó, como la Farinera Teixidor, la Casa Teixidor o de la Punxa, entre otras.
El parque de La Devesa tiene más de 40 ha, una gran arboleda de plátanos, y es el lugar de recreo de los gerundenses.
En los alrededores de la ciudad se halla el castillo de Montjuïc, gran fortaleza erigida a partir de 1653 y derribada en 1809, y más al este, el valle de Sant Daniel, abierto en las postreras estribaciones de las Gavarres, de frondosa vegetación, con el bello monasterio románico de Sant Daniel, de monjas benedictinas.