Pirineo de Gerona – Girona
A medida que nos vamos alejando del azul marino de las olas y de su concierto de sonidos y colores, vamos descubriendo las primeras zonas de verde que, tras un ligero descanso en las llanuras del Gironès y el Pla de l’Estany, se embravecen y se encaraman hacia el cielo hasta convertirse en una grandiosa escultura denominada Pirineo, a la que también se puede llegar desde Francia. Aquí, las aguas ya no coquetean con las rocas, sino que las rodean y se deslizan aquí y allá en inacabables danzas de argénteas bailarinas en que las gotas de agua cristalina y fría por el deshielo juegan a escabullirse del impetuoso abrazo de las montañas.
Tan arriba llegan, que en algunos lugares cuesta encontrar el verde bajo la nieve. Esta orografía nos permite, en poco más de 100 kilómetros, ir del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa hasta las cimas de la Cerdanya, de más de 2.000 metros de altitud, pasando por los mágicos valles del Ripollès, en medio de un paisaje que nos sorprende constantemente con una sinfonía de contrastes en la que todas las notas son armoniosas. Si en algún sitio se puede hablar de las cuatro estaciones es precisamente en esta zona de las comarcas gerundenses, en las que cada época del año ofrece sus especiales encantos y nos brinda placeres capaces de llenar, hasta saturarlos, nuestros sentidos.
El Pirineo de Gerona es el universo de lo tradicional, lo acogedor, lo intenso… como intensas son su Ruta del Románico y la gastronomía autóctona, perfectamente sincronizada con los productos naturales que siempre han ofrecido la tierra y la ganadería, una tierra que en muchos lugares aún nos recuerda la paz y el sosiego de épocas pasadas.
El Pirineo de Gerona y la Costa Brava, a pesar de su relación turbulenta y excitante,tienen algo en común: las sensaciones y las emociones.