La Marmolada
Un entramado de túneles de hasta 12 kilómetros de recorrido seccionó las heladas tripas del glaciar de la Marmolada, cima principal de los Dolomitas, a principios del siglo pasado. Lo que actualmente conforma un paraíso para el esquí (la interminable pista Bellunese supera los 10 kilómetros sobre el glaciar), albergó en tiempos bélicos una auténtica ciudad bajo el hielo: cocina, enfermería, cañones, letrinas, centro de comunicaciones, polvorines, refugios antibombas, leñera y hasta cantina y club de oficiales.
Proyectada por Leo Handl, ingeniero, alpinista y teniente del ejército austrohúngaro, albergaba permanentemente entre 300 y 400 soldados del ejército austrohúngaro. Equipada con estación de alto voltaje que canalizaba la corriente eléctrica proveniente de Canazei, la ciudad de hielo contaba con iluminación interior, y permitió aislar a las tropas austrohúngaras de las gélidas condiciones meteorológicas de la Marmolada (en torno a los 30 grados bajo cero). Incluso un efectivo sistema de ventilación permitía extraer el humo de las estufas que relajaban las temperaturas dentro del hielo a menos cinco grados en invierno y cero en verano.
El inevitable avance del helero arrastró tan inusual fortín, para ir destapándolo posteriormente con el paso de los años: mobiliario, armamento y hasta restos de soldados momificados desde 1917 salieron a la luz vomitados por el corrimiento glaciar. El último, en 2008, correspondía al cuerpo de un combatiente italiano que emergió del hielo de la Marmolada, con las botas puestas todavía.
Las tropas italianas se apostaron sobre la escarpada Cresta Serauta, excavando grandes agujeros en las paredes de roca dolomía que se convirtieron en puestos de artillería a tres mil metros de altura. La helada cuenca situada entre ambas posiciones, conocida como la Marmolada di Ombretta, se convirtió en el principal escenario bélico, con violentos bombardeos y fuego cruzado.
El avance de ejército italiano también trazó galerías en las entrañas de las paredes dolomíticas hasta arrebatar al enemigo la estratégica posición Forcella V, bajo la cima de la Marmolada. Estas fortificaciones y galerías han sido rehabilitadas en la actualidad y se pueden visitar en verano, cuando la ausencia de nieve lo permite. Un itinerario parte desde la estación del funicular de Punta Serauta.
Esta estación, segunda parada del teleférico que asciende hasta la Punta Rocca, acceso para esquiadores a la inmensidad del glaciar de la Marmolada, acoge además el Museo de la Guerra, el más alto de Europa, ubicado a 2.950 metros y de entrada gratuita.
La muestra, de espectaculares vistas hacia el skyline dolomítico, pretende rendir un imparcial homenaje a los caídos en ambos bandos durante la Gran Guerra en estas latitudes. Destacan tanto la maqueta que reproduce a escala la fascinante ciudad de hielo, como buena parte de las reliquias militares austrohúngaras que fueron rescatadas de sus entrañas, después que el glaciar de la Marmolada las conservase celosamente durante décadas.