Mucho antes de que el hombre pensara en conquistar las montañas, las montañas ya habían conquistado al hombre.
El Camino de Santiago, es un viaje de casi 800 kilómetros hacia el oeste, con la Vía Láctea que acompaña desde el cielo y la esencia de una ruta milenaria desde la tierra.
No se puede describir, es el peregrino el que, paso a paso, debe descubrirlo recreándose en los paisajes y rincones tan diversos que se ofrecen a lo largo de todo el camino; extasiándose en la contemplación de las milenarias y enigmáticas piedras que jalonan las rutas y que conforman ese sinnúmero de calzadas, puentes, ermitas, iglesias, catedrales, monasterios…, y que no son otra cosa que la huella que dejaron nuestros antepasados, cuya meta era alcanzar la eternidad, allá en el «fin de la tierra».
Muchos son los motivos por los que peregrinar hasta Santiago: religiosos, deportivos, culturales, gastronómicos, etc. Sea cual sea tu motivo es una experiencia única que merece la pena vivir.